El concepto de un sistema de producción con equipos modulares y móviles es la visión más futurista de las farmacéuticas actuales, pero ¿están surgiendo nuevos riesgos de seguridad para los empleados debido a esta evolución?
Al combinar los equipos modulares con tecnologías de un solo uso, es muy fácil ver las ventajas de este tipo de producción tan versátil. Flexibilidad, remodelaciones rápidas, reducción de las inversiones de capital y mejoras en los rendimientos son solo algunas de las razones por las que este concepto se ha afianzado en muchas de las grandes empresas de la industria.
Este sistema se basa en la necesidad de que los equipos de procesado sean totalmente móviles. Este cambio tan básico también trae consigo un aumento de los riesgos, ya que el personal de producción se ve obligado a recurrir únicamente a su fuerza muscular para poder mover los equipos por la estancia.
Las instalaciones de producción modernas cuentan hoy con una gran cantidad de equipos con ruedas que a menudo superan el peso de cuatro personas. Un reactor normal de 300 L puede superar los 800 kg y, un mezclador de 1.000 L puede perfectamente pesar más de 1.300 kg. Con esta cantidad de peso, no es conveniente manipularlos de forma manual, incluso, aunque el fabricante les haya añadido tiradores o asas.
Pedirle a alguien del equipo que haga un sobresfuerzo en un intento de mover un tanque para cambiar su posición no es lo que esperarías en una empresa de asistencia sanitaria, y sugerir que añadan a un par de personas más para moverlo es totalmente contrario al principal objetivo de este sistema de producción: la eficiencia.
Junto con estos riesgos tan obvios para la espalda de los empleados, hay también otros problemas potenciales. En primer lugar, si estás agachado detrás de un tanque empujándolo, lo más probable es que no veas ningún peligro que venga desde la parte frontal. Además de eso, una vez que el tanque está en movimiento es difícil de frenar, siendo muy probable que pueda chocar con algo. El equipo se daña, se puede perder una remesa o incluso peor, se puede herir al personal; y todo porque un tanque era difícil de controlar.
Pero entonces, ¿cuál es la solución?
Pues bien, al contrario de lo que muchos quizás piensen, la solución no es una transpaleta o una carretilla. Aunque todas las instalaciones cuentan con ellas, están diseñadas para mover pallets. Si usas una transpaleta para elevar un tanque desde el suelo, inmediatamente estás levantando su centro de gravedad. Y al mismo tiempo, estás perdiendo la estabilidad que te ofrecen las ruedas del tanque. Una alternativa mucho más segura es mantener el tanque en el suelo y usar algún tipo de ayuda mecánica que haya sido fabricada para tirar o empujar de cargas pesadas con ruedas. Y aquí es donde intervienen los arrastradores eléctricos para operarios acompañantes de MasterMover.
Disponible con distintas capacidades y configuraciones, un arrastrador eléctrico es un sistema de propulsión externo que puede engancharse a cualquier equipo de procesado que sea móvil. Su función es evitar el tener que tirar y empujar de forma manual al mover equipos como tanques o columnas cromatográficas. Al mismo tiempo, un arrastrador eléctrico peatonal permite un nivel de control y una capacidad de maniobra muy precisa imposible de conseguir al mover las cargas de forma manual.
El concepto abierto en la producción biofarmacéutica
3 Cosas que considerar
1. Características de los equipos de procesado
Si vas a comprar equipos nuevos, la oportunidad perfecta para asegurarte de que son compatibles con un arrastrador surge cuando estás en la fase de realizar los planos. Aunque modificar los equipos de procesado ya existentes es bastante sencillo, no hay duda de que es mucho más fácil y menos costoso asegurarse de que los nuevos equipos son compatibles con arrastradores y remolcadores en la fase de planificación. Un buen proveedor de estos arrastradores debería estar dispuesto a contactar directamente con un proveedor de tu elección y poder asegurarse así de que se encargan de las ruedas y las conexiones de acople con antelación. De esta forma, cuando los equipos llegan a su destino todo está listo para montarse y usarse.
2. No todos los arrastradores son iguales
Lo último que quieres cuando compras un arrastrador eléctrico es una máquina que no tiene la potencia o tracción necesaria para mover la carga. Hay mucho marketing «optimista» de vehículos eléctricos que prometen mover cargas pesadas con facilidad. Una buena forma de separar los que son buenos de los que no lo son es buscar fabricantes que te proporcionen rápidamente vídeos y fotos de sus máquinas moviendo el mismo tipo de elementos que necesitas mover en entornos y lugares similares a los tuyos. También puedes pedirles que te faciliten una explicación completa para saber cómo la máquina consigue la tracción y potencia necesaria para mover la carga.
3. Las ruedas nuevas pueden ayudar…¡Mucho!
No todos los equipos en estas instalaciones necesitan ayuda mecánica. Cambiar las ruedas por otras similares de alta calidad que reduzcan la fricción puede suponer una gran diferencia en la ergonomía. Como siempre, tienes lo que pagas. Probablemente, las ruedas de mejor calidad serán más caras, pero estarás pagando por materiales de calidad que reducirán la fricción y prolongarán la vida del producto. A su vez, tendrás discos amortiguadores tanto en las ruedas como en la placa superior, diseñados específicamente para reducir la resistencia. Estos simples ajustes conllevan cierto coste pero traen también muchas ventajas, tanto en términos de ergonomía como en la duración del producto.
Los arrastradores eléctricos peatonales, construidos especialmente para su uso en salas limpias, ofrecen una solución perfecta para asegurar la velocidad y la flexibilidad de la producción mientras que garantizan, a su vez, la seguridad del personal.
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